Te quiero de esta forma
difunta y amarga,
pesada y oscura.
Desde esta habitación dónde transito
como un fantasma pálido encadenado a su ausencia.
Las persianas arrastran el tiempo,
teléfonos inmóviles que consienten
una forma como cualquier otra de dejar pasar los días.
Te quiero como las pinzas de tender
y como el humo quemado de la cafetera.
Te quiero como la plata triste del cenicero
y como el silencio de las cerraduras.
Te quiero de esta manera ojerosa y nocturna
como si nacieran cipreses en el pasillo
como si se fundieran las luces del salón.
Te quiero con el peso de las cosas
con la vida en los pies y los pijamas desteñidos.
Te quiero con la fragilidad de mis uñas
y con los vasos de Ikea.
Yo soy una lampara de Ikea. Y nada más.
Un objeto al que le nacen orificios.
Así te quiero yo, como se quiere a los que no están vivos.
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