Juego a ser una santa o una mártir. Me paso las horas muertas contemplando el interior de mis manos . En una ocasión tuve un enrojecimiento en la palma de la mano izquierda, pero no me salió sangre. Juego a que me sacrifico por mis hermanos, los salvo de un peligro mortal .Juego a que entro en éxtasis y hablo con la Santísima Virgen. Juego a creer y a no creer, a la rebelión y a la duda. Juego a que soy una pecadora impenitente que arrastra una culpa insoportable. De pronto, rechazo el pecado y me perdono a mi misma. Todo es juego. Yo juego.
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